lunes, 3 de marzo de 2014

Historias de calles olvidadas de Málaga (La Opinión)

Smerdou habla de calles ya desaparecidas del callejero de la capital, incluida la misteriosa calle Bikini, así como de otras recordadas ausencias

02.03.2014 | 05:00
Fotografía de la antigua calle Siete Revueltas.
Fotografía de la antigua calle Siete Revueltas. 
Lo mismo que desaparecen de la ciudad edificios, mobiliario urbano, tapas de los registros de agua, gas, electricidad y cables de televisiones, macetas con pascueros, adornos navideños y todo lo imaginable, en Málaga desaparecen ¡hasta las calles!, como si se tratara de hitos o bolardos para impedir el aparcamiento en determinadas zonas. Desaparecen porque cambian de nombre, porque los que mandan en el momento así lo deciden, porque se remodela un espacio y la piqueta se lleva por delante el rótulo de la vía...
El ejemplo más relevante es la calle Siete Revueltas, que tenía entrada por Larios y la plaza de la Constitución. Se llamaba Siete Revueltas porque tenía siete esquinas y no era un lugar como para sentirse muy orgulloso la ciudad. Era algo así como el Barrio Rojo de Ámsterdam pero más cutre, pobretón y maloliente, y todo en el mismo Centro de la ciudad.
Una día el Ayuntamiento tomó la decisión de sanear la zona, la piqueta entró a saco y se diseñó la plaza, la actual Plaza de las Flores, que es hoy una zona de bares, restaurantes, bancos, comercios, puntos de reunión... Nada que ver con lo que fue durante el siglo XIX y parte del XX.
Otras calles desaparecidas son el Callejón de la Pellejera –¡vaya nombrecito!– y la calle Bikini, que no aparece en ninguna guía de la ciudad y quien escribe estas líneas trató de localizar hace años para un reportaje sobre los nombres de las calles, avenidas y plazas de la ciudad. No me inventé el nombre. En noviembre de 1979, cuando Correos editó un folleto con los distritos postales en que se dividía la ciudad –del 1 al 18–, en el distrito 4 aparecía la calle Bikini. Anduve por el sector (Cortijo de Maza, Guadalmar, Barriada de Sixto...) y no encontré la calle con tan significativo nombre. Un misterio por aclarar. La respuesta la tendrá la Dirección General de Correos y Telecomunicaciones, editora del folleto.
Con respecto al Callejón de la Pellejera, el cambio se imponía porque para un ciudadano del estrato social que fuera, un comercio, una consulta de médico o abogado... informar de que su domicilio estaba en la Pellejera era como para salir huyendo. Claro que se mantienen otros nombres como calle Pepote, calle Pito, Callejones del Perchel, Paredón Bajo, Paredón Alto..., que a entender del escribiente no son serios.
La Pellejera o Callejón de la Pellejera cambió de nombre, pasando a llamarse Arango, en el sector de la calle Martínez Maldonado y la ermita de Zamarrilla. Parece ser que se le conocía como la Pellejera porque hubo en una época varios secaderos de tripas y pellejos para la fabricación de embutidos.
Quizá la respuesta esté en lo que será el Museo Arqueológico de Málaga. Ojalá sea así. Pero en principio ignoro el paradero de un ánfora hallada en una casa de Churriana el 2 de enero de 1941 que contenía cincuenta monedas romanas, unas de cobre y otras de bronce, entre ellas algunas con las efigies de los emperadores romanos. Como no soy numismático desconozco el valor real de las monedas. A lo mejor hay por ahí miles de monedas romanas como las encontradas en la barriada malagueña en 1941 y apenas sí tienen valor.
Lo que sí tiene valor, si es que existe, es la campana que se colocó en Puerta del Mar en el año 1665 con el fin de hacerla sonar y poder reclutar a la gente guerrera para hacer frente a un ataque por mar de piratas o saboteadores o para avisar a la población en casos excepcionales. Los únicos datos que encontramos sobre la campana son muy escasos: «Una gruesa campana que se trajo de Almogía».
El tren botijo no es que lo haya robado alguien de un punto de la ciudad. Es que Renfe, ante el cambio radical de la clase trabajadora y media malagueña en línea ascendente de la economía de cada ciudadano, optó por borrarlo de su calendario de trenes especiales.
Para los que nunca hayan oído hablar del tren botijo les contaré su origen, su implantación y desaparición definitiva.
Cuando el desaparecido Malacitano y posterior C.D. Málaga jugaba en Granada, Sevilla, Córdoba o alguna ciudad cercana, Renfe, para atender la demanda de los seguidores del club local que querían trasladarse a una de esas ciudades para animar al equipo, montaba un servicio especial de trenes, con salida de Málaga con hora suficiente para llegar a la hora del partido y regreso una o dos horas después de finalizado el choque. A ese servicio especial se le llamaba tren botijo. Durante muchos años, cada Betis-Málaga, Granada-Málaga, Sevilla-Málaga... tenía su tren botijo, con un billete de ida y vuelta de acuerdo con el bolsillo de los hinchas que no querían perderse un partido de su equipo.
Como el nivel de vida del malagueño fue subiendo, la opción del botijo quedó sustituida por los desplazamientos en autocar primero, después el coche propio y en estos últimos tiempos por los vuelos chárter o de bajo costo. Los casos más recientes fueron los partidos del hoy Málaga F.C. en San Petersburgo, Oporto, Bruselas, Milán, Dortmund..., donde numerosos malagueños, incluso en época de crisis, se han desplazado para aplaudir al equipo representativo de la ciudad. El tren botijo, como la cartilla de racionamiento, las medicinas que estaban en el petitorio del Seguro de Enfermedad, el plato único y tantas cosas de un pasado no lejano son la historia... con la amenaza de volver si no vuelven los brotes verdes, la recuperación de la economía y la prima de riesgo es que nos amargan el desayuno de cada día.
En los jardines de Pedro Luis Alonso, a la derecha de la Casa Consistorial según se sitúe uno en el Parque, hubo un estanque en el que sufridos cisnes eran objeto de ataques de vándalos que nunca van a la cárcel porque no cometen delito sino falta, y casi siempre ni eso, porque los actos se cometen con nocturnidad y alevosía. El estanque se ha eliminado y los inocentes cisnes habrán entonado el canto que lleva su nombre y ya no están.
Con respecto a los cisnes, que siempre han compartido dos espacios en la zona (un estanque en los jardines de Pedro Luis Alonso y otro en el andén sur del Parque) hay una curiosa historia que relaté años ha y que mereció nada menos que emitirse en el telediario de las nueve de la noche de la 1, que entonces era de verdad la única porque en Málaga no llegaba la 2 o Segunda Cadena y las privadas todavía no habían hecho su aparición.
En una visita que el concejal José Luis Ramírez, delegado de Parques y Jardines de nuestro Ayuntamiento hizo a Lisboa, su colega luso le obsequió con varios cisnes negros, una novedad porque en Málaga los cisnes de nuestros estanques eran blancos. La introducción de los cisnes negros en el estanque del Parque se recogió en la prensa y radio como noticia curiosa.
Dos o tres meses después de la llegada de los cisnes negros y su incorporación al nuevo hábitat, en una de mis visitas al Ayuntamiento para recabar información o una rueda de prensa me crucé en los pasillos del Palacio Municipal (lo de la Casona del Parque me parece un desprecio hacia un bello edificio) a José Luis Ramírez, y me interesé por los cisnes negros y su aclimatación.
–¡No me hables, no me hables!- exclamó el concejal ante mi pregunta- Los hemos tenido que separar porque desde que llegaron, los blancos y negros andan a la gresca. Unos y otros se atacan hasta el punto de que algunos han muerto. Se llevan a matar.
Total, que entre cisnes, como entre los hombres, hay racismo.
De ahí que mi mini reportaje fuera seleccionado para el Telediario de las 9 de la noche.
Hoy, en 2014, los únicos cisnes que hay en los jardines municipales son los blancos de la zona sur del Parque, porque los de los jardines de Pedro Luis Alonso han sido masacrados por nuestros conciudadanos censados en el apartado Cafres irredentos.

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