jueves, 13 de febrero de 2014

Un faro con nombre de mujer (La Opinión)

Su forma "ancha y rechoncha" pueden ser las razones por las que adquirió el nombre de La Farola

12.02.2014 | 20:40
Fotografía tomada en el interior de la Farola de Málaga cuenta con una óptica que la hace diferente al resto de faros ya que sigue conservando la antigua de bronce, hecha a mano y con un alcance mayor.
Fotografía tomada en el interior de la Farola de Málaga cuenta con una óptica que la hace diferente al resto de faros ya que sigue conservando la antigua de bronce, hecha a mano y con un alcance mayor. 
La Farola de Málaga, nombre popular con el que todo el mundo conoce al faro de la ciudad, de casi dos siglos de vida, es un símbolo reconocible y significativo del lugar y uno de los pocos faros con nombre de mujer en España.
Dicen que es por su forma "ancha y rechoncha" por lo que ha adquirido este nombre, y es que es la única torre de faro que tiene dos núcleos en su interior, la escalera y una zona con habitaciones, según ha contado a Efe José Manuel López, responsable de la Gestión Tecnológica del Puerto de Málaga.

La Farola cuenta en su base además con dos viviendas independientes, hoy deshabitadas, en las que residían las familias de los fareros, y entre ambas la escalera, en forma de caracol y que comunica con el punto más alto del faro, la linterna. Los primeros trámites para la edificación de La Farola se iniciaron en el siglo XVIII, pero no fue hasta 1817 cuando se finalizó la construcción, de la que se encargó el ingeniero naval y brigadier de la Armada Jose María Pery de Guzmán, por aquel entonces también director del Puerto.
Los faros son elementos considerados "ayudas a la navegación" y su función es desprender una señal marítima luminosa para que los barcos puedan localizar el puerto por las noches. Cada faro tiene un destello con un ritmo determinado que se recoge en los Libros de Faros para que desde el mar y con niebla se sepa qué faro es. Pero los faros no sólo tienen su función durante la noche, de día, la torre es "una señal ciega", pero orienta a los barcos que se aproximan para saber hacia donde se tienen que dirigir, explica López.
En los faros había equipos trabajando durante las 24 horas, por lo que los fareros se tenían que turnar para desempeñar su labor, pues cuando no existía la electricidad había que girar una manivela para cargar el faro, que funcionaba con el mismo mecanismo que un reloj de cuerda.
José Manuel López, de origen melillense, ha señalado que normalmente la dedicación a los faros suele venir de familia, pero, en su caso no fue así, sino que un día se acercó al faro de Melilla, preguntó "dónde se alquilaban los faros" y cuando finalizó sus estudios en Telecomunicación se especializó en este campo. El ingeniero ha explicado que la función del farero ha cambiado mucho gracias a las nuevas tecnologías y que "ahora se puede estar pendiente de más cosas y evitar más incidentes".
El último farero que residió en La Farola de Málaga se remonta a 1993, cuando también existía la figura del suplente, que lo sustituía cuando estaba de vacaciones o enfermo, por lo que se alojaba en una de las habitaciones de la torre, donde hoy sólo hay maquinaria.
Por su parte, Antonio Sánchez, que lleva trabajando como técnico de Sistemas de Ayuda a la Navegación en la Autoridad Portuaria desde 1985, ha detallado a Efe que La Farola es "diferente al resto de faros" porque sigue conservando su antigua óptica de bronce, hecha a mano y con un alcance mayor.
Sánchez ha resaltado que desde hace cincuenta años funciona con un "radio faro" con apoyo GPS, que da a los barcos una precisión más exacta de lo normal, en torno a un metro, a la hora de entrar con niebla al puerto.
Desde hace varios años existe un proyecto de convertir el faro en un museo, aunque, por otro lado, hay una iniciativa para transformar algunos faros españoles en hoteles o restaurantes, pero de momento no se sabe qué pasará con La Farola de Málaga.

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