domingo, 11 de diciembre de 2011

Proyecto para un hotel senior cuatro estrellas en Los Villalones (Málaga Hoy)


La construcción del complejo supondría una inversión de 25 millones de euros y se crearían más de 60 puestos de trabajo
JAVIER FLORES / RONDA | ACTUALIZADO 11.12.2011 - 01:00

Ronda, ciudad para la tercera edad. Esa podría ser una de las nuevas definiciones para la ciudad del Tajo si prosperan los diferentes proyectos para la construcción de residencias y centros especializados. Porque ya son 3 los proyectos que hasta el momento han llegado al Ayuntamiento de Ronda. 

Sin embargo, uno de ellos destaca por su envergadura. Se trata de un hotel-residencia de cuatro estrellas en la zona de Los Villalones. Las instalaciones tendrían capacidad para unas 240 personas, con la particularidad de que todas serían mayores de 65 años. De esta forma, todos los servicios y comodidades estarían enfocados a este perfil de clientes. 

Las diferentes estancias del complejo se encontrarían distribuidas alrededor de una plaza central de 1.200 metros cuadrados, que sería el eje sobre el que girarían habitaciones, apartamentos y servicios centrales. Entre ellos se encontraría un mini-market, pub, peluquería, restaurante, cafetería, salón social y cocina. 

Pero no serán los únicos equipamientos comunes que tendrá el complejo. También contará en las plantas subterráneas con gimnasio, saunas, salas deportivas y aparcamiento. A ello se unirían instalaciones al aire libre que estarán dedicadas a mantener un huerto y una pequeña granja. 

La construcción del complejo supondría una inversión de 25 millones de euros, que conllevarían la creación de entre 62 y 65 puestos de trabajo directos más los que generen el proceso de construcción. 

Este proyecto nació en 2004, cuando se produjeron los primeros contactos entre los promotores y el Ayuntamiento. Sin embargo, no es hasta 2006 cuando se inicia su tramitación, aunque sus responsables decidieron aparcarlo hasta 2010, momento en que retomaron su interés. Pero de nuevo, la escasa colaboración del gobierno municipal hizo que el expediente no avanzara, según los promotores. 

Ahora, tras el cambio de gobierno, han vuelto a impulsar el proyecto, aunque esperan que esta vez sea la definitiva. Ya se han reunido con los redactores del nuevo PGOU y con el delegado municipal de Urbanismo, Daniel Harillo, quienes les habrían comunicado que los posibles obstáculos para la construcción son salvables. Eso sí, se verán obligados a iniciar la tramitación de un nuevo expediente.

El decorado del mar (Málaga Hoy)

abría que caminar con los ojos vendados por la Avenida de Príes y el Paseo de Sancha, en la sección donde ambas vías confluyen como una sola que inexplicablemente goza de varios nombres, para no reparar en las mansiones, sus zócalos, sus arabescos, sus balcones de fantasía, sus azulejos evocadores del Oriente fabuloso, el rococó de sus fachadas y tejados, los maravillosos sectantes de sus buhardillas, o lo que se puede ver, a veces poco, a veces nada, más de allá de las vallas, los muros y las cámaras de seguridad. Si Stalin decidió respetar las grandes catedrales moscovitas y sus tesoros bizantinos para emplearlas a la manera de museos en los que exhibir las fantasías febriles de la vieja nobleza zarista, lo que acontece en La Caleta obedece a motivaciones parecidas, tal vez un sueño que vivió esta santa ciudad, un trance embriagado de filigrana y pedigrí en el que, milagro, el modernismo se hacía arquitectura, y con él la evocación de alfombras voladoras, paraísos de ensueño y aromas fértiles mezclados en las olas. La Málaga burguesa del siglo XIX y principios del XX, la que aspiró a dejar en la estacada a Bilbao y Barcelona, la que regaló al mundo el jardín de La Concepción, la que añadió a sus apellidos impronunciables cacofonías británicas y alemanas, la que creyó que aquella prosperidad que la industria metalúrgica y la caña de azúcar hicieron posible duraría para siempre, tiene en este barrio, si es que puede considerarse como tal, su expresión más rotunda. Ni siquiera los edificios levantados en los 70 y 80 al más puro estilo dabadabadá de vacación continua y jardín comunitario hacen sombra a las insignes obras de Guerrero Strachan, García Mercadal y José María de Sancha, con sus cúpulas faraónicas, sus accesos marmóreos y a la vez tan insobornablemente ligeros (entre sus fuentes se cumplen las palabras de María Zambrano: "El mármol fue aire alguna vez"), sus ribetes de inspiración grecolatina, sus puertas en las que ángeles y demonios invitan al recién llegado a entrar o a largarse de inmediato. Todo ello sigue en pie. ¿Qué significa un edificio como el Palacio Miramar, obra de Guerrero Strachan, inaugurado como hotel en 1926 por Alfonso XIII, más allá de su identificación como eterno juzgado por la imaginería malagueña? ¿Y el antiguo Hotel Caleta Palace, inaugurado en 1943, posterior Hospital 18 de julio y actualmente sede de la Subdelegación del Gobierno? ¿Qué Málaga se deduce de las Casas de Cantó, capricho burgués donde los haya? ¿Y el Palacio de la Tinta, ya en Reding, donde la prehistórica fuente parece llamar aún la atención de pintores costumbristas al lado del Cementerio inglés? La respuesta no puede ser otra que una oportunidad perdida. O, quizá, algo de lo que la ciudad se salvó por los pelos. La Caleta no es un túnel del tiempo, sino un anacronismo silencioso, apto para la residencia hospitalaria que lo corona en el Parque San Antonio. Y sin embargo, a pesar de todo lo rancio de sus portales, esconde un ambiente indescriptiblemente hermoso, inspirador, embaucador y báquico, un Xanadú que dispara a matar, con enredaderas que hablan de otros climas, flores que declaman otros trópicos y adornos que revelan otras latitudes. Exacto, Málaga es en La Caleta otra ciudad, extraña y distante, pero a la vez seductora y galante, que despierta en el paseante las más vanas ilusiones y las más deliciosas ínfulas. He aquí su cuota de contraste y paradoja, imprescindible en todo barrio que se precie de ser malagueño. 

La Caleta es el tramo urbano que se extiende entre la Avenida de Príes, el Paseo de Sancha y parte de la Avenida Joaquín Sorolla y el Paseo Marítimo Pablo Ruiz Picasso, surcado por calles como Gutenberg, Rafael Pérez Estrada (posiblemente el recodo más hermoso y reconciliador de toda esta extensión, con un hermoso árbol en su corazón) y Canaán. Lo más destacable del barrio son sus mansiones decimonónicas, aunque sus edificios más notables, entre los que destacan los anteriormente citados, fueron construidos en la primera mitad del siglo XX. Lo cierto es que no sólo la arquitectura responde al gusto de los insignes empresarios de origen inglés y alemán, ya que también el entramado urbano se hizo a su medida. Los accesos a la Cañada de los Ingleses y a otros recovecos presentan cuestas y tramos que recuerdan vivamente a las más populares estampas lisboetas, también diseñadas en su día según el más exquisito estilo británico. Las viviendas unifamiliares (en su origen, muchas de ellas fueron hoteles de lujo; actualmente La Caleta cuenta con varios hoteles entre Príes y Sancha, más modestos y accesibles aunque no mucho menos coquetos) se disponen en las aceras con bloques de apartamentos construidos también en su día para las clases más pudientes de la ciudad. El conjunto, sin embargo, es equilibrado, plácido y distinguido. Algunas fachadas, como la de la popular casaLa Bougainvillea, en el pasaje Monte de Sancha, presenta signos visibles de decadencia y reclama a gritos una reforma. Pero, por lo general, La Caleta responde a las expectativas que logra suscitar en quienes se adentran en sus calles. 

Entre los transeúntes destacan sobre todo los caminantes solitarios, en un marco de edad bastante amplio (desde adolescentes que se hacen los despistados con sus ipods a todo tren hasta jubilados pintiparados que no salen precisamente a jugar al dominó) pero de uniformes connotaciones sociales. Muchos vecinos pasean a diario por el Paseo Marítimo, a pie o en bicicleta. Es un barrio idóneo para la inspiración, y de hecho escritores fallecidos en los últimos años como el mismo Rafael Pérez Estrada y Juan Campos Reina vivían muy cerca. Miguel Romero Esteo es uno de los vecinos más insignes. Aunque la apariencia primera es de ciudad dormida y vivida exclusivamente de puertas adentro, los servicios son suficientes, los establecimientos de ocio y gastronomía son notables (el restaurante Malena sigue sirviendo las mejores carnes argentinas de la ciudad) y hay tiendas tan interesantes como Las Velas de La Ballena. Así que el decorado sobrevive para completar el mapa topofílico de Málaga. Aunque la vieja burguesía duerma ya el sueño de los justos.

El Acebuchal recupera la vida y la dignidad (Málaga Hoy)


La aldea fue desalojada en 1948 por la Guardia Civil recelosa de su relación con el Maquis · El empeño de una familia ha logrado que se restauren todas sus casas
ENCARNA MALDONADO / MÁLAGA | ACTUALIZADO 11.12.2011 - 01:00
zoom
1. Antonio García y Virtudes Sánchez, junto a su hija y su nieta, también Virtudes, su nieto José Antonio, la bisabuela materna Purificación, de 82 años, y su hijo Antonio. 2. El Acebuchal ahora, encastrado en la falda del cerro Verde. Al fondo, el pico del Lucero. 3. Virtudes y Antonio han reconstruido la aldea y la historia de este rincón de la Axarquía. 4. Antonio y su nieto, en el bar. 5. Rincón de una de las casas restauradas por Antonio García.
zoom
zoom

La Guardia Civil desalojó El Acebuchal en el verano de 1948. Los 200 vecinos de la aldea tuvieron el tiempo justo de salir corriendo, dejando atrás sus enseres, sus casas y sus vidas. Las autoridades de la dictadura sospechaban que el Maquis recibía apoyo desde El Acebuchal, un pueblo pobre y minúsculo enclavado en la falda del cerro Verde, en la sierra Almijara, en el término municipal de Cómpeta y a siete kilómetros de Frigiliana, en una zona montaraz que favoreció el refugio de los hombres de la guerrilla antifranquista hasta 1951, cuando ya hasta el Partido Comunista los había abandonado. El Acebuchal pagó el pecado de ser el punto en el que confluían el fuego del Maquis y de la Guardia Civil. 

En aquellos años de posguerra y miserias los desalojados buscaron el refugio de los familiares en los pueblos de los alrededores y El Acebuchal entró en una devastadora agonía. No volvieron al pueblo cuando desapareció la guerrilla porque el miedo continuaba, aunque durante los veranos la aldea recobraba algo de vida al calor de una venta y una taberna a las que acudían los arrieros que atravesaban la sierra camino de los pueblos granadinos de Jayena y Fornes para vender pasas, tomates o pescado y comprar garbanzos, trigo o lentejas. Entre aquellos arrieros había un niño huérfano, Antonio García. Cuando tenía dos meses su padre fue detenido en Frigiliana por la Guardia Civil y junto a otros dos vecinos del pueblo fue maltratado y rematado con arma de fuego en la Loma de las Vacas. El escritor británico David Baird explica en su libro Historia de los maquis: entre dos fuegos(Almuzara, 2008) que los tres hombres murieron en venganza por el ataque que sufrió un soldado del destacamento de Regulares desplazado a Frigiliana para contener al Maquis. Fueron elegidos porque los tres tenían familiares en la sierra. 

Cuando se acabó el trasiego de arrieros El Acebuchal quedó muerto y perdido. Sólo algunos días festivos acudía una mujer, Virtudes Sánchez, de excursión con sus hijos. Su padre había nacido en El Acebuchal y a ella le gustaba relatar a sus hijos las historias que a ella le habían contado de pequeña sobre la vida en el pueblo. En 1998 Virtudes Sánchez y su marido, el hombre en el que se había convertido aquel arriero adolescente y huérfano, compraron dos casas en la aldea. Trece años después El Acebuchal está reconstruido "tal y como era antes". La historia de Virtudes y Antonio ha sido una carrera de fondo. Ella supo ver que el incipiente turismo rural que nacía a finales de los 90 podía ser la salvación de El Acebuchal y él puso sus manos y su conocimiento para reconstruir las casas. 

Llevaron, pagada de su bolsillo, el agua y la luz en 2003, instalaron una depuradora, reutilizaron los escombros para volver a levantar en total siete viviendas que habían comprado cuando eran solo ruinas. Todavía no tiene carretera. Los últimos 1.700 metros de los siete que la separan de Frigiliana se tienen que recorrer por un carril de tierra. "Supe de unas ayudas, pero resulta que si te daban las subvenciones tenías que hacer las casas y poner los colores que ellos querían y me negué. Yo quería ver El Acebuchal como era antes", aclara Virtudes. Por eso, en las casas que ellos han recuperado los techos tienen vigas y cañizos, las escaleras peldaños estrechos y altos, los anaqueles son de obra y la parte superior de las habitaciones ha recuperado los colores ocre con los que otras veces se buscaba disimular la acción del humo. 

"Me venía aquí a trabajar unas veces solo, otras con mis hijos, pasaban los extranjeros que hacían senderismo y siempre me decían: Antonio aquí pon una taberna para beber algo. Así un día y otro. Al final, en 2005, abrimos el bar". Y buscaron una carta con identidad, apropiada para el ambiente de montaña: choto, cordero, jabalí o ciervo junto a tartas y pan elaborado por la familia. 

La aventura de El Acebuchal ha acabado arrollando a buena parte de la familia: Virtudes alimenta las ideas, Antonio se ocupa de la reconstrucción y el mantenimiento, su hijo Antonio, de 33 años, atiende el bar y Sebastián, de 22, ha aprendido de su madre el arte de la cocina y es el amo de los fogones del restaurante. 

Lo más singular es que la aventura de esta familia ha sido contagiosa. A medida que recuperaban casas, los antiguos propietarios volvían la mirada hacia las suyas. Virtudes confiesa que tuvo "miedo a los desertores", o sea, a los urbanitas dispuestos, por ejemplo, a levantar chalés de aires ibicencos en la falda de la sierra. Pero no fue así. Sin ordenanzas y sin normas arquitectónicas de obligado cumplimiento, comenzaron a levantarse viviendas de cal, piedra y vigas, sobre calles empedradas destinadas casi en exclusiva al turismo rural. En el pueblo hay 36 casas, de la que sólo una sigue en ruinas. Sin embargo, únicamente hay tres ocupadas durante todo el año. Son las de Antonio García y su hijo Sebastián y la de un matrimonio británico que ha elegido este ignoto punto de la Axarquía para criar a sus dos hijos. 

La recuperación de El Acebuchal va más allá de la mera restauración arquitectónica de las viviendas. Virtudes ha tejido con los recuerdos y las fotografías que ha recopilado a lo largo de su vida la historia de este trozo de la Axarquía que encierra la que quizás sea el episodio más cruel y sangrienta de la represión inmediata a la Guerra Civil. 

Las paredes del bar están atestadas de fotografías. La más antigua, una montería del siglo XIX en la que aparecen enhiestos cazadores y ojeadores. Junto a ella decenas de imágenes de las familias de la zona: parejas que miran muy serias a la cámara, escenas costumbristas, familias completas y hombres jóvenes. Algunos de ellos no llegaron a sobrevivir a los tiempos del fuego cruzado. Unos huyeron a la sierra, otros fueron represaliados simplemente por tener a sus padres o hermanos en el Maquis, otros fueron víctimas de los guerrilleros y todos presas del miedo. 

Virtudes y Antonio son hijos de aquella época. Él tuvo que aprender a vivir con la ausencia dramática del padre y ella se hizo mayor en una familia atrapada entre los dos bandos. Dos de sus tíos se echaron a la sierra. Uno murió delante de su mujer y sus hijas a 500 metros apenas de El Acebuchal cuando se disponía a entregarse a la Guardia Civil. Los restos del segundo los localizó hace poco más de siete años en Polopos (Granada). Por los testimonios que ha recogido sabe que murió tiroteado por la espalda en el cortijo al que acudió a buscar refugio. Su padre, como hermano de sospechosos, estaba obligado a presentarse tres veces al día en el cuartel de la Guardia Civil. 

Pero ambos miran lo sucedido sin odio. "La historia hay que contarla para que se conozca y para que no se repita, pero hay que vivirla sin resentimiento", dicen. Mientras desmenuzan estos recuerdos en el bar que regenta la familia en El Acebuchal, el todo terreno de una patrulla de la Guardia Civil estaciona fuera y un agente acude a comprar los panes artesanos que hace el hijo de Virtudes y Antonio.

Pezzi enseña cómo hacer un proyecto de arquitectura (La Opinión)


Ese es el objetivo de 'La textura de la corteza', el último libro de arquitecto y urbanista






Hernández Pezzi durante la pasada campaña electoral por locales.

Hernández Pezzi durante la pasada campaña electoral por locales. Arciniega
MÁLAGA. EUROPA PRESS. Enseñar a la gente cómo se hace un proyecto de arquitectura hoy, en el siglo XXI, en un momento en el que juegan un importante papel aspectos como el color, las envolventes, el clima o el medio ambiente, es el objetivo de 'La textura de la corteza', el último libro del arquitecto y urbanista Carlos Hernández Pezzi (Madrid, 1949). Un ensayo que, aunque para su lectura exige un nivel de preparación, el autor lo califica de "divertido".

'La textura de la corteza', publicado por Ediciones Generales de la Construcción, editorial que trabaja en contacto con la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Valencia, es un libro de teoría y crítica de la arquitectura elaborado en 2010 sobre la base de los materiales de la tesis doctoral que presentó en 2008 el propio Hernández Pezzi, expresidente del Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España.

"Es un ensayo sobre arquitectura, una guía para entender el proyecto contemporáneo, lo que se hace hoy y no seguir las pautas de la crítica del siglo XX, sino las del siglo XXI", ha señalado a Europa Press el autor de este libro, cuyo prólogo es de la arquitecta malagueña Elisa Valero, profesora titular de la Escuela de Arquitectura de Granada.

A su juicio, "es una oportunidad para profesionales, estudiantes, profesores y aficionados para comprender en qué se basan hoy los proyectos de arquitectura, que tienen que tener otro componente social y ambiental y, además, hacerlo desde una visión nueva, completamente diferente a la que tuvo lugar para el movimiento moderno en arquitectura y que ya en el siglo XXI está superada".

Según el ahora concejal del PSOE en el Ayuntamiento de Málaga, "no es un libro especializado porque pueden leerlo historiadores del Arte o interesados en arquitectura sin más, aunque sí exige un cierto nivel y saber al menos cómo se ha hecho la arquitectura desde la Bauhaus a Rafael Moneo". "No será un libro para grandes públicos", pero se ha mostrado confiado en que tendrá "un gran impacto" en el ámbito de los aficionados a esta disciplina, los estudiantes y los críticos.

EL TORCAL DE ANTEQUERA

Hernández Pezzi ha destacado el título del libro, ya que "es como lo que se puede tocar de la envolvente de los edificios". También ha resaltado la portada, en la que se puede ver El Torcal de Antequera (Málaga), obra de la diseñadora valenciana Eva Gayo, basándose en una foto hecha por el propio arquitecto y tratada como si fuera un código de barras. La distribución de este ensayo se extenderá también a América Latina.

Ha asegurado estar "muy ilusionado" con la publicación de 'La textura de la corteza', que sigue a 'Ciudades contra burbujas', publicado en 2010, "porque soy consciente de las dificultades que en la actualidad hay para publicar un libro, en un momento de tanta crisis editorial y tantas dificultades". Además, ha reconocido que la salida al mercado de su última obra "me ha pillado desprevenido".

Torre del Mar recuperará su origen (SUR)


El equipo de gobierno incluye en las cuentas para 2012 una partida simbólica para rescatar el baluarte de la fortificación El Ayuntamiento de Vélez apuesta por poner en valor los restos del antiguo castillo torreño
11.12.2011 - 
VÉLEZ-MÁLAGA.

Torre del Mar recuperará su origen
Gran parte del muro del antiguo baluarte está oculto por varias viviendas. :: A. P.
La atalaya que constituye el origen de Torre del Mar aparece ya citada en obras hispano-árabes del siglo X enmarcada en el sistema de defensa de la costa de Al-Ándalus. En 1517 Carlos I la cedió perpetuamente a la ciudad de Vélez a cambio de su reedificación y mantenimiento, siendo confirmada en 1665 a cambio de una contribución de 8.000 ducados.
Aunque de la fortificación apenas quedan restos, el nuevo equipo de gobierno del PP en el Ayuntamiento de Vélez se ha marcado como objetivo en esta legislatura iniciar la restauración y recuperación de los pocos elementos que todavía hoy perduran.
«Se trata de una edificación clave para conocer la historia de la localidad, que habla de la enorme importancia que Torre del Mar ha tenido siempre para el municipio de Vélez-Málaga. Por eso hemos incluido en el presupuesto del Ayuntamiento para 2012 una partida que nos permita iniciar las gestiones encaminadas a recuperar y poner en valor los restos del baluarte de la fortificación», ha explicado el alcalde veleño, Francisco Delgado.
El castillo tuvo una gran trascendencia como fortaleza militar, aduana y puerto. Sin embrago, su existencia es desconocida para gran parte de la población del municipio e incluso de la comarca de la Axarquía, a pesar de los esfuerzos realizados por colectivos como la Sociedad Amigos de la Cultura (SAC) por promover el conocimiento del antiguo castillo de Torre del Mar.
La SAC lleva años solicitando la creación de un centro de interpretación del castillo para difundir la importancia que tuvo para la defensa del litoral y para la exportación de los productos de la zona. Asimismo, durante la última década no ha cesado de demandar la recuperación y protección de los restos que aún se conservan.
Muros
Según el alcalde, el objetivo del Ayuntamiento es gestionar la obtención de las viviendas situadas en la plaza de la Axarquía y que ocultan parte de los muros del antiguo castillo y en particular de lo que fuera el baluarte, que es la fortificación que sobresalía de los lienzos de muralla.
«Sabemos que es una tarea complicada, pero lo que queremos es recuperar el baluarte y ponerlo en valor», ha explicado Delgado, que ha recordado la doble función que tuvo como fortaleza militar y puerto comercial hasta el siglo XIX.
Entre los restos que aún se conservan están la parte exterior del torreón que linda con la calle Angustias y parte del baluarte que da a la plaza de la Axarquía, aunque oculto por varias viviendas adosadas al muro, así como otros elementos situados en lo que fue el interior de la fortaleza.
En cambio ya han desaparecido elementos como el segundo torreón, que debería estar situado a la entrada de la calle Del Río; la primera iglesia de San Andrés que existió en el interior de la fortificación y que fue trasladada en el siglo XIX frente al Paseo de Larios, así como buena parte de los almacenes y espacios destinados a la guarnición militar.
Historia
El castillo torreño fue cedido por Carlos I a Vélez-Málaga en el siglo XVI a cambio de su reedificación y mantenimiento. Fue entonces cuando se llevó a cabo la primera gran modificación del castillo con el fin de integrar algunos almacenes y viviendas que se adosaron a las murallas. A cambio de la cesión, el rey exigió una contribución anual al Ayuntamiento de ocho mil ducados.
Los restos que se conservan, aunque en bastante mal estado, pertenecen a la reforma llevada a cabo en 1720, cuyo plano está reproducido en la plaza.
El castillo sufrió continúas reformas, en parte por la elevación de la costa y porque la fortificación fue separándose con el tiempo de la línea marina, de manare que los nuevos terrenos ganados al mar fueron vendiéndose a los vecinos para la construcción de viviendas. En 1778 la distancia que separaba el castillo de la costa rondaba las 30 varas y en 1798 unas 50, lo que llevó a la autoridad a ordenar la construcción de dos baterías que suplieran su función. Una de ellas fue construida cerca de la desembocadura del río Vélez y la otra frente a la fábrica de azúcar edificada en 1796.
La destrucción del antiguo castillo se inició en el siglo XIX, tras ser abandonado como destacamento militar. Aquel abandono significó el principio del fin, ya que al dejar de tener interés militar comenzaron a surgir nuevas viviendas en el interior y su entorno, viéndose sometido a continuos cambios y reformas.
Cinco siglos después el castillo ha desaparecido casi en su integridad. No obstante, el Ayuntamiento no quiere que lo poco que queda termine por desaparecer, para así recordar el origen de Torre del Mar.

Mijas busca hacer caja mediante la venta de suelo municipal (SUR)


En tiempos en los que las administraciones públicas tienen que pensárselo muy bien antes de hacer frente a cualquier gasto municipal debido a la caída en los ingresos, cualquier dinero que entre en caja más allá de lo habitual es recibido como agua de mayo. En Mijas, de cara al próximo año, se busca vender una partida de solares que actualmente forman parte del patrimonio municipal pero, ahora y en el futuro según el Ayuntamiento, van a tener poco aprovechamiento público.
La intención, en palabras del concejal de Hacienda de la localidad, Mario Bravo, pasa por obtener hasta un millón de euros que permitan hacer frente a algunas inversiones «necesarias pero no imprescindibles». Aunque tienen en mente algunas iniciativas, de momento no han concretado ya que, también advierten que «no hay prisa por vender dado que el dinero que se obtenga, en ningún caso, se ha a emplear para hacer frente a gastos corrientes». En este sentido, Bravo admite que es preferible «esperar, que deshacerse del patrimonio a bajo precio».
Según la previsión de la concejalía de Hacienda, además del lote previsto para el próximo año, hay intención de repetir la operación de cara a 2013, en ese caso con un valor estimado del Consistorio que rondará los dos millones de euros.
Bravo apuntó durante la celebración de la última sesión plenaria -donde se debatieron, entre otros, los presupuestos del próximo ejercicio- que la enajenación afectaría a «varias parcelas del diseminado La Alquería, y unos 22 solares ubicados en La Loma que no están inscritos», aseguró.
Nuevos ingresos
También aclaró que la rentabilidad, en caso de producirse la venta, sería más alta que la actual aludiendo a que, además de ingresar dinero por la propia enajenación de cada una de las fincas, «la intención es cobrar el IBI que genere cada espacio, en lugar de pagar gastos de comunidad como el Ayuntamiento está haciendo hasta el momento».
Desde la administración local se trabaja para poner al día la estadística relacionada con el patrimonio municipal. El equipo de gobierno del PP ha achacado en más de una ocasión a sus antecesores, no tener este documento actualizado. La complejidad marca esta tarea, ya que el municipio suma más de 147 kilómetros cuadrados y está también pendiente de algunas juntas de compensación por desarrollo de diversos planes parciales que permitirán al Ayuntamiento hacerse con nuevos terrenos u otro tipo de bienes inmuebles para engrosar esta lista.

Los hosteleros plantan cara a las normas estéticas de la ordenanza. Estepona (SUR)


La Asociación de Empresarios presentará alegaciones porque no está de acuerdo con el cambio de color en el mobiliario
11.12.2011 - 
SELENE VEGA
 
ESTEPONA.

Los hosteleros plantan cara a las normas estéticas de la ordenanza
Una de las terrazas que tendrá que cumplir la ordenanza, ubicada en la plaza de Las Flores. :: S. V.
El sector de la hostelería ha decidido plantar cara a las normas estéticas que exige la ordenanza que regula la ocupación de la vía pública, aprobada en el último pleno. Cuando se conoció la intención del Consistorio de unificar el color del mobiliario de las terrazas en el casco urbano, la Asociación de Empresarios de Estepona advirtió de que algunos hosteleros no estaban conformes con tener que realizar una inversión para cambiar sus mesas, sillas y sombrillas. La semana que viene presentarán alegaciones en el Ayuntamiento en las que criticarán los tonos que ha elegido y expondrán sus peticiones, aunque reconocen estar de acuerdo con eliminar la publicidad del mobiliario.
La gerente de la asociación, Adoración Sardina, explicó a este periódico que los hosteleros no consideran que el color que se quiere imponer -blanco para las mesas y sillas y azul para las sombrillas- sea el adecuado. «Las sombrillas con un tono oscuro se deterioran más con el sol y dan más calor porque absorben todos los rayos», manifestó, a la par que opinó que este factor hará que los empresarios tengan que realizar un desembolso en reponerlas. Apeló a la falta de ganancias que sufre el sector y explicó que los colores fuertes, en los días nublados o en las calles umbrías, disminuyen considerablemente la visibilidad en las mesas a las que cubren.
Además, aseguró que los dueños de los establecimientos opinan que el blanco en el mobiliario es un color sobre el que es difícil limpiar, ya que se mancha mucho y no se puede eliminar bien la suciedad.
Por último, desde la asociación apuntaron que se debe tener en cuenta antes de aplicar esta norma que si todas las terrazas tienen el mismo color se puede provocar confusión entre los clientes en las plazas donde hay dos o más establecimientos juntos, porque no sabrán dónde se están sentando, lo que acarreará problemas entre los propietarios.
Por todo ello, pedirán que se elimine la imposición obligatoria de colores en sombrillas, toldos y mesas o, «como mucho», que se establezcan colores suaves para las sombrillas y toldos y colores 'sufridos' para las mesas, pudiendo incluso tener estas últimas algún estampado siempre que no sea publicitario.
Negociación
Además, solicitarán una ampliación del plazo para adaptarse a la normativa -que de momento está establecido hasta el 30 de junio, aunque el Consistorio afirmó que se podría negociar-. La asociación propondrá que en algunos casos se deje a los hosteleros cambiarlo cuando el actual se les estropee -dentro de un margen de tres años-. Creen que les supondrá un coste importante, aunque el Ayuntamiento propuso que negociaran con los proveedores para conseguirlos gratis. Por último, esta agrupación de empresarios considera que no se tiene en cuenta que algunos establecimientos han renovado recientemente el mobiliario y que no tenían previsto volver a hacer este desembolso en poco tiempo.
La gerente explicó que están terminando de perfilar el documento que recogerá todas estas alegaciones y que su contenido podrá ser modificado por los hosteleros. Con todo, desde la asociación en general ven «con buenos ojos» la aprobación de la ordenanza, ya que también regula la disposición de las mesas de las terrazas para que no invadan las aceras, entre otros aspectos.

Tres años y medio de prisión para el empresario Ávila Rojas (SUR)

La Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Málaga ha condenado al constructor granadino José Avila Rojas, también imputado en el 'caso Malaya', a tres años y medio de prisión por un delito de estafa continuada por la venta de tres apartamentos de una promoción en Marbella a sabiendas de que no podrían ser habitados al carecer los mismos de licencia de primera ocupación y de obra. Además, le impone una multa de nueve meses a razón del pago diario de 20 euros, y lo sentencia a devolver, solidariamente con la empresa Naviro, las cantidades entregadas por los tres compradores: 67.641, 66.246 y 67.460 euros.

El Balcón de Europa tiene gemelo (SUR)


El Balkon Van Europa de Maasvlakte, cerca de Rotterdam, se limita a un chiringuito a pie de playa El emblemático mirador de Nerja sobre el Mediterráneo encuentra en un rincón de Holanda un enclave bautizado con este mismo nombre
11.12.2011 - 
EUGENIO CABEZAS eugeniocabezas@gmail.com
 
NERJA.
El Balcón de Europa tiene gemelo
Homónimos. A la izquierda, el establecimiento holandés, a 2.282 kilómetros de distancia del emblemático paseo nerjeño, a la derecha. :: E. C.
Los separan un total de 2.282 kilómetros en línea recta, aunque ambos lugares tienen exactamente el mismo nombre, el Balcón de Europa. Sin embargo, el emblemático mirador nerjeño presume de ser uno de los enclaves más conocidos del destino Costa del Sol, gracias a su panorámica privilegiada sobre el Mar Mediterráneo. Por su parte, en Maasvlakte, un municipio de la región de Botlek, en la Holanda meridional, también presumen de tener su propio 'Balcón de Europa'. Y es que al inconfundible paseo de la localidad axárquica le ha salido un hermano gemelo, a más de dos mil kilómetros de distancia. En todo caso, este otro enclave no tiene, ni de lejos, la belleza del mirador nerjeño.
En concreto, tal y como reflejan las imágenes remitidas a este periódico por un ingeniero malagueño que reside actualmente en Alemania y que viaja con frecuencia por varios países del norte de Europa, José Abel C. Jiménez, este otro Balcón de Europa no es, ni más ni menos, que una playa de esta localidad holandesa, en la que tan solo un restaurante a pie de playa, lo más parecido a los típicos chiringuitos malagueños, ha sido bautizado con este nombre.
Lo cierto es que este enclave es un terreno ganado al Mar del Norte, tal y como, por otro lado, ocurre en buena parte de todo el territorio del país de los tulipanes. Este otro Balcón de Europa, de la Europa del norte en concreto, está situado a unos cincuenta kilómetros de Rotterdam, el principal puerto del Viejo Continente. No es por tanto un destino eminentemente turístico como sí ocurre con el mirador nerjeño.
Así, las imágenes de este lugar son las propias de un enclave de gran tránsito de enormes buques mercantes, con importantes industrias refinadoras y centrales eléctricas de diversos tipos. Estas estampas contrastan con las del tranquilo y privilegiado mirador nerjeño, en el que los turistas no dejan a diario de hacerse cientos de fotografías. «Es como si te subieras a un barco o fueras montado en un avión», son expresiones que pueden oírse de los que lo contemplan en vivo por primera vez.
Incluso los vecinos de Nerja que lo llevan visitando toda la vida siguen enamorados de un enclave que fue bautizado con el nombre de Balcón de Europa por el rey Alfonso XII, durante su visita a la localidad en el mes de enero de 1885, tras el terremoto que asoló la Axarquía en la Nochebuena del año anterior. Según las crónicas de la época, el monarca, tras asomarse al mirador nerjeño, expresó: «Este es el Balcón de Europa».
El enclave nerjeño ha sido objeto de sucesivas obras de mejora desde entonces, aunque las intervenciones más importantes se produjeron en los primeros años sesenta, cuando se adoquinó. Posteriormente, se construyó el mirador, conocido en el pueblo como 'la reola', debajo del cual hay también, paradójicamente y como ocurre en su gemelo holandés, un restaurante con unas vistas espectaculares. Esta zona fue el origen urbano de Nerja y en ella se levantó desde el siglo XVI y hasta el verano de 1812 el antiguo Castillo Bajo o La Batería, una fortaleza que fue destruida por los irlandeses Thomas Ussher y Andrew Blayney durante la Guerra de la Independencia.