domingo, 4 de diciembre de 2011

La nueva calle Larios, a tope (Málaga Hoy)


El Muelle Uno se llenó ayer de público en su primer fin de semana tras una accidentada apertura · Ya están abiertos los accesos desde el Paseo de la Farola y se puede entrar también por el Palmeral de las Sorpresas
L. G. / MÁLAGA | ACTUALIZADO 04.12.2011 - 01:00
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de las Sorpresas.
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Por fin. Los malagueños ya pueden disfrutar de un espacio de lujo junto al mar que abre el puerto a la ciudad. Superados los problemas iniciales para la apertura y el mal tiempo del viernes, ayer cientos de personas acudieron a ver cómo es el Muelle Uno, que empieza a conocerse como la nueva calle Larios. El espacio estaba a tope. Aunque hacía una temperatura un poco más fría que en jornadas anteriores, el día soleado animó a los malagueños a acercarse a las tiendas y restaurantes de este nuevo espacio comercial de la ciudad. 

"Veo muy bien los precios y el espacio es bonito; aunque no esté terminado, pero tiene futuro", comentaba Beatriz Mora, que ayer por la mañana buscaba en una zapatería algo para comprarse. La encargada de la tienda Deichmann, Maite Aparicio, comentaba que gracias al buen tiempo, la afluencia estaba más animada que el viernes. Y eso, decía, que hay mucha gente que no se ha acercado porque no sabe si la zona comercial está abierta tras el cierre ordenado el martes por el Ayuntamiento de Málaga por razones de seguridad. 

Aunque todavía en el Paseo de la Farola había una excavadora trabajando, pero ya el paisaje era diferente con respecto al martes, cuando el Muelle Uno abrió con casi tantos operarios como clientes. Los accesos desde el Paseo de La Farola estaban abiertos y también podía llegarse a la zona comercial a través del Palmeral de las Sorpresas ya que la rampa del final estaba terminada. El martes, cuando se produjo la frustrada apertura, no estaba acabada y más de un viandante llegó hasta el fondo del palmeral y luego tuvo que desandar sus pasos. 

Ayer, ya muy pocos trabajadores ultimaban detalles. Como un par de operarios que preparaban la apertura de Marisquería Godoy para el próximo día 15. Tampoco EME&ENE estaba abierta. Pero prácticamente todos los locales estaban trabajando. Y con bastante éxito. A última hora de la mañana, en la perfumería Kiko había una quincena de personas eligiendo cosméticos. Una clienta preguntaba si tenían muestras para regalar. 

"Del puerto cutre que teníamos, entre el Palmeral de las Sorpresas y el Muelle Uno, hemos pasado a un espacio radicalmente diferente", reflexionaba Jesús, que ya había estado en los días previos, pero quería ver cómo ha quedado el recinto. Jorge Ramos, encargado del restaurante indio-mexicano Amigos, todavía no tenía clientes, pero confiaba: "Esto va a salir muy bien". Como siempre, las instalaciones de la cervecería La Sureña eran las más concurridas. La terraza estaba llena y en la cola para pedir la comida había una treintena de personas. Su encargado, Antonio Vicario, anticipaba que los jueves habrá dos raciones al precio de una (seis euros). Mientras, camareros con uniforme marinero recogían las mesas. El Muelle Uno ha sido bien acogido por los malagueños.

La calle en la que se gestó la ciudad (Málaga Hoy)


La vía principal ha sido desde el siglo XIX la calle que se construyó en honor al marqués de Larios y que desde entonces se convirtió en el epicentro de la vida social, política y cultural de Málaga capital
RAQUEL GARRIDO / MÁLAGA | ACTUALIZADO 04.12.2011 - 01:00
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Hacia principios del siglo XX, por la vía principal de la ciudad sólo transitaban carruajes y aún conservaba el suelo de madera original, el entarugado de adoquines de madera, que fue su pavimento inicial hasta que la inundación de 1907 lo reventó y salió flotando hacia el mar. La calle del Marqués de Larios, generalmente denominada sólo por el apellido de su promotor, fue inaugurada en agosto de 1891 como una de las grandes obras de ensanche urbano del siglo XIX malagueño. Con su apertura, el historiado Víctor Heredia aseguró que se consiguió abrir una comunicación directa entre la plaza principal y el puerto, dotar a la ciudad de una gran vía de categoría europea y reforzar el prestigio y la presencia social de la familia más poderosa de toda la provincia, los Larios, cuyo palacio daba frente a la nueva calle. 

Aunque la idea de unir la plaza con el puerto ya aparece en un proyecto de ensanche de 1861, será a partir de una propuesta del ingeniero Sancha, realizada en 1878, cuando se aprobó el proyecto de apertura de la futura calle, presentado por el arquitecto municipal Joaquín de Rucoba. Para lograrlo en 1880 se creó una sociedad anónima formada por destacados miembros de la oligarquía local -Larios, Heredia, Castel, Loring y Campos-, pero el expediente quedó paralizado hasta que en 1886 la Casa Larios, propietaria entonces de la mayor parte de las fincas afectadas por el proyecto, llegó a un acuerdo con el Ayuntamiento para construir la calle. Las obras de las 12 manzanas que conforman la vía se llevaron a cabo entre 1887 y 1891, bajo la dirección del maestro Eduardo Strachan Viana-Cárdenas, que diseñó unos edificios caracterizados por su elegancia y austeridad decorativa. La nueva calle, denominada del Marqués de Larios por acuerdo del pleno municipal, fue inaugurada por las autoridades locales y provinciales el 27 de agosto de 1891. Desde un principio se convirtió en un símbolo de la burguesía local y de su concepción de la ciudad, pero al mismo tiempo fue lugar de paseo del pueblo, desbancando a la Alameda, y paso obligado para cualquier procesión o manifestación pública, ya fuera cívica o religiosa. 

Durante los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX se ubicaron en la calle los locales de numerosos establecimientos y comercios de gran personalidad, especialmente hoteles y cafés, y las sedes de centros de recreo burgueses, como el Círculo Mercantil, el Liceo o el Círculo Conservador. Con la proclamación de la República en 1931 cambió su denominación por la de calle del Catorce de Abril y en 1936 varios de sus edificios fueron incendiados y asaltados. Tras recuperar su nombre original (después de un breve periodo de llamarse General Franco), se procedió a la reconstrucción de los inmuebles dañados, con lo que la calle recuperó y afianzó en la década de 1940 su valor simbólico. A partir del siguiente decenio fue perdiendo protagonismo en la vida social de la ciudad, dado que la función residencial y recreativa fue desapareciendo en beneficio de la instalación de comercios especializados, según el experto. Sin embargo, la conmemoración del centenario de la calle Larios, en 1991, y la más reciente reforma urbanística que ha propiciado su peatonalización (inaugurada en diciembre de 2002) le han devuelto en gran medida su papel de escaparate principal de la vida ciudadana y motivo de orgullo de los malagueños.

CENTRO DE LA VIDA SOCIAL. La calle Larios acogió numerosos hoteles y negocios muy emblemáticos en la ciudad. El 14 de julio de 1890 se inauguró el Gran Hotel de España, situado en el número 2 de la calle Larios, cuando aún no estaba terminada, y fue el primer edificio que fue construido expresamente como hotel luego bautizado como Hotel Larios y ahora Room Mate. En la esquina de la calle con la plaza estaba el Gran Café Imperial, uno de los numerosos cafés que marcaron época en esta calle. La plaza de la Constitución fue un auténtico epicentro del arte flamenco durante varias décadas, ya que en sus proximidades se disponían los cafés cantantes de Chinitas, de La Loba, El Turco y El Sevillano o Sin Techo.

LA VISITA MÁS ILUSTRE. Cuando la calle Larios apenas contaba con año y medio de existencia fue transitada por una de las visitantes más ilustres que han pisado la ciudad. El 2 de enero de 1893 pasó unos días en Málaga la emperatriz Elizabeth de Austria-Hungría, un personaje mitificado y popularizado por el cine como Sissi. Hizo una escala marítima en el crucero que estaba realizando por el Mediterráneo a bordo del buque de guerra Miramare, y, aunque el comandante del barco manifestó a las autoridades locales que no se rindiese ningún tipo de honores a la emperatriz por expreso deseo suyo, ya que viajaba de incógnito bajo la identidad de condesa de Hollms, los periódicos malagueños dieron noticia de la visita.

El paraíso está en otra parte (Málaga Hoy)


Hay barrios de Málaga que sólo requieren ser nombrados · En La Palma y La Palmilla la connotación social de los contrastes, entre lo obrero y la marginación, se clava en el estómago · Nada hay más contrario al ciudadano que el urbanismo atroz e irracional
PABLO BUJALANCE / MÁLAGA | ACTUALIZADO 04.12.2011 - 01:00
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En la página anterior, panorámica a la sombra del Cerro Coronado en la 
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que destacan las alturas características de los bloques de La Palma. En esta página, de arriba a abajo y de izquierda a derecha, la simbólica rotonda de acceso al barrio por La Virreina, interior del mercado municipal, una mano de pintura a una fachada y basura nocturna amontonada en la calle Cabriel.
Es una mañana nubosa en el paseo de Mª Ángeles Arroyo Castro. En el bar de la esquina las mesas están ocupadas por la clientela habitual, hombres de más cuarenta años y otros que aún no han cumplido los veinte vestidos con ropa deportiva que distraen el tiempo con un café negro. Las mesas están literalmente devoradas por el óxido. El centro del paseo lo ocupa una acera ancha, con árboles secos y algunos bancos, que ordena el tráfico en los dos sentidos. No hay ni una sola plaza de aparcamiento disponible, pero tampoco ningún automóvil en marcha. Alguien está de rodillas junto a un banco. Es un chico joven, o eso parece. Lleva una sudadera y se ha puesto la capucha. Pero se le puede ver el rostro, desencajado. Tiene los ojos vueltos y babea abundantemente. Parece que está solo en el mundo. El perímetro del suelo que le rodea está repleto de cartones, pero resulta improbable que haya pasado la noche allí. De un momento a otro va a darse de bruces contra el suelo. El golpe puede ser fatal, ha perdido ya el conocimiento y la gravedad deja cumplir su ley. Parece que ni los vecinos ni los hombres que siguen en el bar están al tanto. La soledad del muchacho es abrumadora. Pero entonces, en cuestión de un segundo, una muchedumbre se instala en el paseo. Una auténtica manifestación multicultural en la que conviven payos, gitanos, magrebíes, subsaharianos y rumanos. Corren al punto en el que el chico se derrama en líquidos. Alguien habla de una puñalá. Pero todo apunta a una sobredosis letal. Al segundo siguiente, cuando varias decenas de personas se disponen en círculos mientras corren hacia el moribundo, cuatro agentes de la Policía Nacional salen de otro bar en el mismo paseo. Tres de ellos llevan ya el casco en la cabeza. Corren a toda prisa, pero los espontáneos se les han adelantado. Al segundo siguiente, cogen al chico y lo meten en la trasera de un coche del Cuerpo que estaba subido en la acera junto a tres motos. Una nota común en el paisaje. Un segundo más y el coche sale disparado bajo el estruendo de la sirena. Conduce un agente. Los otros tres van en las motos. Un segundo más. La caterva se disuelve. La acera central del paseo se queda vacía. No, una mujer está paseando al perro, vestida con bata y pantuflas. Las mesas de los bares vuelven a estar otra vez llenas. "Lo venían buscando", dice una voz ronca. Una mujer que viste un velo islámico y chilaba entra a un badulaque en cuya fachada, sobre el muro encalado, alguien ha escrito en rojo el lema carmela.com. La singular Pasión a la que se ha asistido se ha resuelto en menos de diez segundos. Una joven atraviesa el mismo paseo a pie. No debe tener mucho más de veinte años. Viste un abrigo bien forrado, una falda vaquera y leotardos abrigados contra el frío. Lleva su bolso y algunos libros. Su apariencia es la de una chica corriente, anónima, una de tantas, guapa, maquillada con esmero y a la vez con discreción, el pelo recogido en una cola que resalta sus rasgos. Escucha música en su ipod. Ha asistido a la escena pero no ha alterado el paso un milímetro. Nada en su rostro demuestra preocupación ni urgencia. Simplemente pasa de largo pero tampoco se oculta. Parece que está acostumbrada. Uno se pregunta cuál es la clave para acostumbrarse ante algo así. Quizá son los ojos que no visitan la Palmilla a diario los que han quedado demasiado sensibles, enfermos de perplejidad. 

La chica continúa su trayecto hasta la parada del autobús. En las paradas de la línea 17 de la EMT esperan africanos con gafas de sol y mucho colorao, gitanos mayores que se frotan las manos ateridas sobre el bastón, jóvenes madres llegadas de Europa del Este que se disponen a pasar la jornada pidiendo limosna en los parkings del centro y también trabajadores con monos y uniformes, amas de casa dispuestas a llenar sus carritos en el Mercado Central y estudiantes. Las historias más tremendas, no obstante, las cuentan los usuarios de la línea nocturna que atraviesa el barrio cada madrugada. Los conductores son por lo general muy jóvenes y no todos los autobuses llevan mamparas de protección. Merece la pena verlos a las dos de la mañana expulsando a empujones a quienes pretenden amenazar al resto de viajeros con tal de sacarles lo que sea o colarse sin pagar el billete. En cuanto al parque móvil, en La Palma y La Palmilla ya se ven muchos menos coches de lujo que hace unos años. El negocio de la droga sigue estando en manos de subsaharianos en su mayor volumen, aunque el trapicheo es constante y visible en cualquier esquina, practicado por personas de la más amplia condición. En la calle Cabriel siguen sin ascensores después de que algunos vecinos vendieran como chatarra todos los equipamientos de sus bloques. El número 27 es un pozo ciego repleto de basuras, con sus muros quemados y sus ventanas tapiadas. En las pintadas que cubren cualquier superficie vertical se sortean amenazas de muerte y declaraciones de amor. 

Ya en el Mercado Municipal la impresión es distinta, propia de un barrio obrero, con los clientes, en su mayoría mujeres, haciéndose con el mejor pescado del día. La Palma fue de hecho un barrio obrero que durante los años 60 y 70 ofreció a muchas familias malagueñas viviendas dignas y asequibles. La Palmilla, fundada en 1964 bajo el impulso del Cardenal Herrera Oria, acogió en su origen a otras familias procedentes de núcleos chabolistas desmantelados. La combinación nunca funcionó y ya a finales de los 70 muchos de los vecinos obreros de La Palma se trasladaron a barrios cercanos, como Martiricos o La Virreina, ante la que se les venía encima, cuando el tráfico y consumo de droga se traducía en muertes demasiado habituales. Pero otros se quedaron. Una señora que luce una medalla del Cautivo lo expresa casi con orgullo: "Vivo aquí desde 1975. He podido irme, pero no lo he hecho". El urbanismo, atroz, que parecía incluir ya en su diseño los contenedores improvisados en los que habrían de acumularse los más diversos escombros a costa de zonas verdes, impide casi cualquier contacto vecinal. El esparcimiento es una broma de mal gusto. Cualquier asomo de jardinera está extremadamente sucia. La arquitectura no es mucho más amable: los accesos de los bloques de viviendas de La Palma, sean los de mayor o los de menor altura, están hechos a base de rejas. Todo es afilado y metálico, más presa para el óxido. Entre los bloques, a distintas alturas, se disponen algunas zonas diáfanas con bancos y papeleras, casi siempre destrozadas. Las reuniones organizadas de pie y en círculo para garantizar la mayor confidencialidad se repiten en casi cada esquina. Lo habitual es que en ellas participen seis o siete hombres, gitanos y payos, algunos magrebíes, nunca mujeres. Miran constantemente sobre sus hombros y si se les presta una mínima atención enseguida retan con los ojos bien abiertos. 

Algunos bloques están siendo objeto de reformas. En la calle Guadalbullón, junto al Cerro Coronado, un operario da una mano de pintura montado en una grúa. Hay motos desvencijadas por todas partes. En la zona que linda con la avenida de Valle-Inclán, frente a la comisaría, las viviendas unifamiliares parecen recordar el sueño del barrio que quiso ser. No importa. Ese barrio debe estar en otra parte.

Restaurar el patrimonio de Dios (La Opinión)


Se han restaurado 25 templos, la mayoría edificios catalogados que han necesitado de las administraciones






Hace una semana, el domingo, el obispo Jesús Catalá presidía una solemne función religiosa para reabrir al culto la iglesia de San Felipe Neri, en el Molinillo, tras varios meses cerrada por obras.
Hace una semana, el domingo, el obispo Jesús Catalá presidía una solemne función religiosa para reabrir al culto la iglesia de San Felipe Neri, en el Molinillo, tras varios meses cerrada por obras. Arciniega
 
IGNACIO A. CASTILLO Desde que el propio Cristo designara a Pedro como la primera piedra en la que edificaría su Iglesia, los fieles han dedicado obras de arte en honor y gloria de Dios que forman parte del patrimonio histórico de la comunidad en la que se encuentran, sean creyentes o no creyentes. En la mayoría de los casos, constituyen hitos. Son bienes protegidos y catalogados, que requieren de ayudas públicas para poder subsistir. Aunque esto puede ser relativo.

En los últimos años, el Obispado de Málaga ha intervenido en unos 25 edificios religiosos. Entre ellos, templos tan importantes como El Carmen, San Juan Bautista, San Pablo, los Mártires, la iglesia de San Sebastián (Antequera) o San Felipe Neri, que regresó al culto el pasado domingo con una solemne eucaristía presidida por el obispo, Jesús Catalá. También ha actuado en la Catedral, sobre todo en las cúpulas. Para ello, en todos estos casos, ha contado con la participación de las distintas administraciones, a través de convenios de colaboración específicos.
No siempre de todas.

Restaurar San Felipe ha costado casi 1,1 millones de euros en dos fases: la primera, en la que se intervino en las cubiertas (514.384 euros) y la segunda, recientemente concluida, en la que se ha rehabilitado el templo por dentro y por fuera (536.903 euros). El Ayuntamiento ha sido la única institución que ha aportado recursos para llevar a cabo esta obra: en total, 143.891 euros, el 13,6% de la inversión para conservar esta joya del barroco, que vuelve a brillar con luz propia.

Sólo en estas rehabilitaciones, se han invertido 6,5 millones de euros, desde el año 2005. En algunos casos, como en la trinitaria parroquia de San Pablo, se llegó justo a tiempo de que las bóvedas no se vinieran abajo. Del importe de 1.054.387 euros, el Ayuntamiento de Málaga subvencionó 406.892 euros, a través de la Oficina de Rehabilitación del Centro Histórico, la mayor aportación desde 1996. El resto tuvo que ser sufragado por la parroquia y las cofradías que tienen su sede canónica en esta iglesia.

En estos últimos 17 años, dentro de la línea especial destinada a edificios protegidos y catalogados, el Ayuntamiento ha concedido subvenciones por valor de 4,4 millones de euros para restaurar inmuebles eclesiásticos. El objetivo es apoyar y animar la rehabilitación de estos edificios de gran valor patrimonial. La mayoría de las actuaciones se centran en arreglar las cubiertas, pintar las fachadas, recuperar elementos originales o mejorar las instalaciones.

La Consejería de Cultura de la Junta ha invertido casi 1,4 millones de euros en edificios religiosos desde 2004 en la provincia de Málaga. Destacan los 650.000 euros aportados para las cubiertas de la Catedral, entre obras y asistencia técnica, más otros 22.400 euros, aproximadamente, para distintas intervenciones en el primer templo. Además, también en la Catedral, se han invertido unos 7.300 euros en bienes inmuebles.

Destaca también los más de 420.000 euros invertidos en la iglesia de los Santos Mártires (entre obras y asistencia técnica) y otros 258.000 euros, en números redondos, en la iglesia de San Juan Bautista, por los mismos conceptos.

Las obras en la primera costaron 974.394 euros. La primera intervención se realizó en el año 2001. Por aquel entonces, las obras no tuvieron un efecto visual claro para el visitante, pero sí que aseguró la integridad real de la iglesia. Estos trabajos se centraron en la restauración de la cubierta sobre el crucero y la nave central. Tras esta intervención se aseguró la impermeabilización de una parte importante del templo, aunque seguía siendo necesaria una obra de más envergadura que permitió recuperar la fachada, limpiar la torre y mejorar las cubiertas de las capillas, que estaban pendientes de arreglo. El Ayuntamiento también destinó una partida de 193.000 euros. Es decir, entre Junta y Ayuntamiento sufragaron el 63% de la obra.

En San Juan el Ayuntamiento también ayudó con 192.736 euros, que permitió eliminar las capas de cal que escondían un templo de gran riqueza exterior, así como la reparación de las cubiertas, que eran un auténtico coladero. De hecho, en 2003 se descubrió la verdadera dimensión del problema, al desprenderse parte de una capilla a causa de unas fuertes lluvias y descubrirse grietas muy importantes en la cúpula.
San Juan ha recuperado sus colores originales y, de paso, transformó la propia calle donde está ubicada, poniendo en evidencia que se trata de actuaciones que también ejercen efectos positivos en el entorno, más allás del propio edificio. Es el ejemplo de los efectos positivos de una buena rehabilitación, que van más allá del propio edificio.

La Junta también, entre otras actuaciones y como cifras más destacadas, destinó más de 24.000 euros para varias intervenciones en el Palacio Episcopal. El Ayuntamiento, a través de la Oficina de Rehabilitación, concedió también una subvención de 431.147 euros.

Expectación por el Muelle Uno en su primer fin de semana (La Opinión)


Cientos de malagueños se acercaron ayer al puerto para conocer la transformación del entorno de la Farola







Vista de una de las terrazas de restauración.
Vista de una de las terrazas de restauración.  Carlos Criado
LA OPINIÓN Ni las desavenencias administrativas ni el frío. Nada impidió ayer que los malagueños,cientos de malagueños, apostaran por acercarse a la reformulación del Puerto, el remozado Muelle Uno, que vive en estas horas su primer de semana de apertura al público.

Desde poco antes del mediodía, las visitas se sucedieron al complejo, que rompe con la separación entre el puerto y la ciudad e integra un gran centro abierto de comercio y de ocio, en continuidad urbanística con el entorno de la calle Larios.

Se trata de un espacio de 56.000 metros cuadrados, provisto de 70 locales comerciales, la mayoría con el suficiente renombre como para atraer la visita de los curiosos: Café de París, Timberland, Tommy Hilfinger, Adolfo Domínguez, Roberto Verino o Gerry Weber son algunos de los ejemplo. Además, cuenta con una gran parque infantil, una tienda de muñecos y una guardería.

Ayer, por primera vez, se vio animación de fin de semana en el complejo, que dispone de restaurantes como la marisquería Godoy. El proyecto, ejecutado por Iniciativas Marina de la Farola, ha supuesto una inversión de 80 millones de euros y ha supuesto la transformación de la zona del puerto más próxima al Paseo de la Farola. 

La alquería está en lucha contra el asedio del tiempo (La Opinión)


«Torrijos 1831» muestra los restos de la alquería del Conde de Mollina y su torre árabe en Alhaurín de la Torre

 



Miembros de Torrijos 1831, delante de las ruinas de la alquería con el muro reconstruido delante.
Miembros de Torrijos 1831, delante de las ruinas de la alquería con el muro reconstruido delante.  Carlos Criado

ALFONSO VÁZQUEZ El boom del ladrillo no ha acabado con un paisaje de ensueño con vistas a Alhaurín de la Torre, la Sierra de Mijas, el valle del Guadalhorce y al fondo, en la lejanía, el mar. Continúan en el mismo emplazamiento las ruinas de la alquería del Conde de Mollina, donde se refugiaron Torrijos y sus hombres y un poco más arriba, a un tiro de piedra, el Lagar del Inglés, en el que vigilaba a su enemigo el gobernador de Málaga Vicente González Moreno.

El general José María Torrijos planeaba llegar en barco hasta el Rincón de la Victoria para iniciar su revuelta contra Fernando VII, pero fue interceptado por un bergantín a la altura de la Cala de Mijas el 2 de diciembre y tuvo que desembarcar de forma atropellada en la playa mijeña del Charcón, para luego escapar con sus hombres cruzando la Sierra de Mijas.

Acosado por los soldados realistas, terminó entrando el día 3 en la alquería del Conde de Mollina. Al amanecer del día 4 hubo un primer intento frustrado de las fuerzas de Fernando VII de tomar el cortijo.

Esteban Alcántara, historiador y miembro de la asociación histórico cultural Torrijos 1831 señala el muro reconstruido delante de la alquería, que seguramente recibió muchos impactos de bala. «Es lo único que han restaurado, en este parapeto quedó Vigil de Quiñones, abuelo del médico que sería uno de los últimos de Filipinas. Como estaba entre dos fuegos, aguantó ahí todo el día y al escuchar lo que decían Torrijos y sus hombres, fue pasando la información de los liberales», cuenta.

La construcción de Torrealquería en los años 70, dependiente de Alhaurín de la Torre, conllevó la casi total demolición de la alquería que dio nombre al poblado. Al parecer, el viejo cortijo era refugio de indigentes, hubo robos y alguien decidió su desaparición. En los años 80, sin embargo, comienza la labor de recuperación histórica gracias al maestro Carlos Mayorga y es en esos años cuando los propios vecinos de Torrealquería evitan la demolición de los restos de la torre árabe.

Por el camino se quedó también el intento de construir un chalé con los restos de la alquería, una esquina de la construcción primitiva, con un añadido moderno que, felizmente, no siguió adelante.

Esteban Alcántara, acompañado de miembros de la asociación, entra dentro de los restos de la alquería. Todavía hay hileras de ladrillos y piedra, construcción típica musulmana, aunque las tres ventanas supervivientes están enmarcadas en ladrillo actual. «En esta zona tenía el capataz su habitación, al lado de la campana, por aquí vio a Torrijos y sus hombres y por esta ventana sacó Torrijos la bandera blanca», señala Alcántara.

Los miembros de la asociación están convencidos de que pueden localizarse restos en toda la zona. «Aquí lo que hace falta es un buen trabajo arqueológico, podría haber documentos enterrados, incluso la bandera tricolor de Torrijos», cuenta el historiador.

La bandera tricolor no es la republicana, sino la bandera española con sendas listas azules arriba y abajo. Los soldados de Fernando VII localizaron dos banderas de este tipo en el barco que transportaba a Torrijos, aunque el general madrileño se sabe que se llevó una en su huida, ondeándola en la Sierra de Mijas. «Tuvieron que quedarse cosas y de hecho, la espada y la pistola de Torrijos se quedan aquí». A este respecto, José Cano, de la asociación, recuerda una historia acerca del hallazgo de una bolsa con armas de la época, de hecho, el supuesto localizador de esas armas le regaló una pistola, que aunque no dispara, ha conseguido restaurar.

Encima de la alquería hay un pequeño cerro, a medio camino entre el Lagar del Inglés y el puesto de Torrijos. Fue el lugar elegido para parlamentar con el gobernador de Málaga en la tarde del día 4. El gobernador engañó a Torrijos convenciéndole para que fingiera su rendición, asegurándole que, una vez conducido a Málaga, se llevaría a cabo el levantamiento contra Fernando VII.

La rendición tuvo lugar a las 8 de la mañana del día 5 de diciembre, pero a Torrijos y sus hombres sólo les esperaría la cárcel y la muerte en las playas del Bulto el día 11. Dio en Málaga la noticia de la captura un joven soldado que participó en el asedio, el futuro presidente del Gobierno el general Serrano. Entre los capturados, Francisco Fernández Golfín, uno de los padres de la Constitución de 1812. El valor histórico de la alquería, hoy asediada por el paso del tiempo, no tiene fin.

La recuperación de una construcción histórica (La Opinión)


La asociación ha solicitado la rehabilitación de la alquería y de la torre árabe al Consistorio de Alhaurín de la Torre








ALFONSO VÁZQUEZ Como recuerda el historiador Esteban Alcántara, la torre árabe de la alquería del Conde de Mollina formaba un triángulo de vigilancia con las de Alhaurín El Grande y Alhaurín de la Torre. «Habría dos o tres vigilantes, que accedían por la ventana, para hacer más complicada la entrada. Alrededor de la torre empezaron a cultivar, hacían una casita, luego otra y por eso muchas de estas torres terminaban cobijando los cortijos andaluces, que absorbían la torre», detalla. 

La asociación histórico cultural Torrijos 1831 ha solicitado al Ayuntamiento de Alhaurín de la Torre la rehabilitación de la alquería, y de la torre árabe. «Con un aspecto exterior lo más parecido al antiguo cortijo y con el interior funcional para un centro de interpretación histórica de los hechos que ocurrieron entre el 3 y el 5 de diciembre de 1831. Además, hemos pedido que también se rehabilite la torre musulmana, que quedaría exenta», plantea. 

Esteban Alcántara está convencido de que con la revalorización de este conjunto, la alquería se convertiría en un gran atractivo para Alhaurín de la Torre. 

En la actualidad, los restos de la torre árabe siguen siendo inexplicablemente excavados en la base interior de la bóveda, por lo que la construcción presenta un alarmante aspecto con grandes piedras extraídas. Al parecer, probablemente desde tiempos árabes existe un pasadizo que conectaba esta torre con el vecino arroyo Zaragoza y tras la Guerra Civil, «también se usó de contrabando porque este era el paso para Cártama», explica José Cano, de la asociación. 

Quizás por eso, tras la Guerra Civil cuentan en el pueblo que miembros de Falange «con uniforme» estuvieron picando el suelo de la torre y excavando. La idea de que algo se escondía en la construcción árabe fue creciendo y esta leyenda sólo ha hecho poner en peligro más aún la torre. «Los boquetes cada vez son más grandes», detalla Esteban Alcántara. La rehabilitación dignificaría este conjunto que forma parte ya de la historia de España.

La piqueta acaba con la Casona. Marbella (SUR)


El empresario Tomás Olivo, que levantará en el solar un bloque de seis plantas, ganó el contencioso a la Sociedad Cooperativa Las excavadoras volvieron ayer para culminar el derribo del edificio, paralizado varios meses por un pleito
04.12.2011 - 
CRISTINA GONZÁLEZ
 
MARBELLA.

La piqueta acaba con la Casona
Las máquinas se emplearon ayer a destajo para derribar lo que quedaba del edificio. :: JOSELE-LANZA
La historia de la Casona Sindical, también conocida como el antiguo edificio de Radio Nacional de España (RNE), está escribiendo sus últimas líneas. La piqueta está haciendo añicos desde ayer lo poco que quedaba en pie del inmueble que durante medio siglo ha formado parte de la estampa del centro de la ciudad, de la avenida Ricardo Soriano. Las horas estaban contadas desde hacía tiempo. El empresario Tomás Olivo compró en 2005 al Gobierno central en subasta pública el edificio por 15 millones. Años más tarde, logró la venia del Ayuntamiento para hacer un bloque de seis plantas y locales comerciales y metió las primeras excavadoras. Lo de la Casona era ya la historia de una derribo anunciado.
El movimiento vecinal y político para que se mantuviera como equipamiento no logró parar las máquinas. Solo lo hizo el contencioso con la Sociedad Cooperativa Andaluza Agrícola, que entendía que tenía derecho para mantenerse en las instalaciones que llevaba ocupando desde hacía más de 50 años. Tras meses de pleitos, la demanda de desahucio del nuevo propietario acabó prosperando en la Audiencia Provincial, que le dio la razón el pasado mes de septiembre. El juez entendía que los integrantes de la cooperativa no tenían ningún título o prueba de que estuvieran disfrutando de un usufructo del local. Con esta resolución, el magistrado despejaba el camino para que el resto del edificio quedara reducido a escombros.
Las máquinas llegaron ayer a la parcela a primera hora de la mañana. Los operarios trabajaron a destajo para intentar acabar la faena en una jornada, aunque aún quedaba una parte de la fachada en pie al finalizar el día. Los trabajos provocaron algunas alteraciones de la circulación, ya que fue necesario cortar durante algunos metros dos carriles de la avenida en sentido Málaga para que pudieran maniobrar los camiones. Numerosos curiosos se acercaron a la zona. También algunos nostálgicos del emblemático edificio, que se lamentaban de que las autoridades no hubieran luchado porque se hubiera reconvertido en un centro cultural o cualquier otro equipamiento, en lugar de en un bloque de viviendas, locales comerciales y plazas de garaje. El Plan General de Ordenación Urbanística (PGOU) dibujado inicialmente para Marbella por el arquitecto Manuel González Fustegueras contemplaba el uso cultural. Quedó en papel mojado.

Vecinos de Villa Fernanda aseguran que el nuevo PGOU puede evitar los pisos (SUR)


El perito judicial solicita ampliar su informe ante la entrada en vigor del planeamiento, que califica la finca como «inedificable»
04.12.2011 - 
JESÚS HINOJOSA
 
MÁLAGA.

 futuro del proyecto para construir una veintena de viviendas en las zonas no ajardinadas de la finca Villa Fernanda, ubicada en el paseo de Miramar, está todavía lleno de interrogantes y pendiente de la decisión que adopten al respecto los tribunales de Justicia. Pese a que el concejal de Ordenación del Territorio, Diego Maldonado, anunció en el pasado pleno municipal que el equipo de gobierno tira la toalla en su intención de adquirir la finca, que llegó a valorarse en unos 27 millones de euros, los vecinos de la zona que presentaron el recurso que mantiene en suspenso la construcción de los pisos consideran que, con la entrada en vigor del nuevo Plan General de Ordenación Urbanística (PGOU), el Ayuntamiento tiene ahora muchos más argumentos y herramientas para evitar las viviendas que le corresponden a la parcela sin tener que compensar a sus propietarios con esa cantidad, ya sea en metálico o en derechos edificatorios por ese valor en otros puntos de la ciudad.
Javier Such, de Gaona Abogados, letrado de la comunidad de propietarios del edificio La Era, que interpuso la demanda que dio lugar a la suspensión cautelar del proyecto residencial, explicó que el nuevo PGOU es «mucho más rígido» a la hora de proteger jardines catalogados como el de Villa Fernanda. En concreto, señaló que la normativa del nuevo plan especifica que «un jardín protegido se considera inedificable». Además, añade que, en el caso de que se produzca una confrontación entre la calificación urbanística de la parcela y su consideración de jardín de interés, prevalecerán las medidas que «favorezcan, en cualquier caso, la mejor protección del patrimonio, prevaleciendo la delimitación del jardín protegido sobre las determinaciones de ocupación y edificabilidad que pudieran derivarse de una calificación residencial, prohibiéndose toda edificación sobre el ámbito que se protege sin previa modificación del catálogo de jardines protegidos», indica el texto del PGOU.
Infografías
Para Such, el perjuicio que supone que finalmente pueda seguir adelante el proyecto residencial que el Ayuntamiento autorizó por silencio administrativo a los propietarios de la finca, en base a los derechos edificatorios que le corresponden, queda de manifiesto en las infografías aportadas en el transcurso del procedimiento que se sigue en el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA), unas imágenes a las que ha tenido acceso este periódico y que muestran cómo quedarían los dos edificios permitidos por la Gerencia Municipal de Urbanismo sobre una antigua pista de tenis abandonada y una zona de césped y piscina de construcción mucho más reciente que las casonas de la finca.
El perito judicial que realizó estas infografías ha solicitado una ampliación de su informe para tener en cuenta las cuestiones del nuevo PGOU, en vigor desde el pasado mes de septiembre, que afectan a este caso. Para Such, resulta evidente que el estudio urbanístico que amparó la licencia de obras, también recurrida judicialmente por los vecinos, era contrario al anterior plan general «y mucho más al vigente», por lo que el Ayuntamiento podría revisarlo con el argumento de que la protección para Villa Fernanda es ahora más rigurosa, ya que se declara como jardín protegido con la naturaleza de «inedificable».
Finca catalogada
Además, según el letrado, el citado estudio urbanístico no pasó en su momento por un informe que era obligatorio desde antes de su tramitación. Se trata del pronunciamiento de la Consejería de Cultura, ya que Villa Fernanda está incluida en el inventario de bienes del patrimonio histórico andaluz. Por ello, según las leyes de la Junta de Andalucía, ésta debería haberse pronunciado sobre el impacto visual del proyecto, antes de que fuera autorizado por el Consistorio.
Igualmente, según el argumento del abogado Javier Such, el nuevo Plan General permite al equipo de gobierno municipal revocar la licencia de obras que concedió e indemnizar a la propiedad con derechos urbanísticos en otros puntos de la ciudad. Ello no supondría que el Ayuntamiento tenga que adquirir la parcela, y sí podría evitar los pisos. Esta opción queda avalada por la propia normativa del nuevo PGOU, en la que se indica que las licencias concedidas para actos aún no iniciados a la fecha de entrada en vigor del plan, como es el caso de Villa Fernanda, y que resulten disconformes con el nuevo planeamiento, pueden revocarse, con la correspondiente indemnización para el promotor. «Supone una posibilidad importante de revisar la licencia que Urbanismo otorgó por silencio administrativo», resaltó el letrado, quien apuntó que otra opción podría ser la de descatalogar Villa Fernanda como conjunto protegido, aunque no cree que el Gobierno local diera ese paso.