lunes, 27 de septiembre de 2010

MALAGA. El abandono del Cortijo Jurado deja la cubierta del edificio casi demolida. (LAOPINION)

Las obras de rehabilitación del inmueble histórico y la construcción de un hotel llevan 3 años paralizadas.

Fachada principal del Cortijo Jurado en los años 60.
Fachada principal del Cortijo Jurado en los años 60. Archivo fotográfico de la Asociación Cultural Torre del Prado.
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MIGUEL FERRARY. MÁLAGA El Cortijo Jurado va camino de convertirse en una insigne ruina, una más de las que ha tenido Málaga y que ponen en peligro su patrimonio histórico. La situación de abandono que padece desde hace unos tres años, cuando se paralizaron las obras de rehabilitación y construcción de un hotel por embargo judicial, han dejado gran parte de la estructura del edificio histórico al aire.


El mal estado de las cubiertas está provocando su acelerada destrucción y gran parte ha desaparecido ya. La principal consecuencia es que la humedad está empezando a afectar a los muros del edificio, poniendo en peligro la viabilidad de un edificio que es una referencia visual e histórica para Campanillas.


La situación del inmueble no dejar de ser paradójica, ya que ni el Ayuntamiento ni la promotora del proyecto –Grupo Mirador– pueden actuar en el inmueble. Éste se encuentra embargado por decisión judicial para hacer frente a unos pagos millonarios a los acreedores de la empresa Pantie, perteneciente a Mirador. De hecho, ha salido dos veces a subasta judicial, que fueron finalmente suspendidas por defectos en la convocatoria.


Pero la polémica no surge con la paralización de las obras y su abandono, con parte del armazón de hormigón del previsto hotel levantado a los pies del alto donde se ubica el caserón histórico. Ya la firma del convenio urbanístico entre el Grupo Mirador y el Ayuntamiento fue motivo de críticas de la oposición, por recalificar los suelos del entorno para darle uso hotelero y descartar el equipamiento público.


El concejal de izquierdas Antonio Serrano mostró su preocupación por la deriva del inmueble, por lo que adelantó que solicitará al Ayuntamiento que se replantee el futuro de este solar y del inmueble, para lo que reclamará que «caduque la licencia de obra que tiene concedida –y renovada en 2008– y se rescinda el convenio con el Grupo Mirador».


«El edificio es recuperable todavía, como lo era el Caserón de las Virreinas antes de que lo demoliera el Ayuntamiento, o la Casa de Cánovas», apuntó Serrano, quien insistió: «El Cortijo jurado es propiedad privada, pero el Ayuntamiento puede rescindir el contrato» mientras se aclara la situación judicial del edificio.


Urbanismo afirmó que «concedió una prórroga a la licencia y por el plazo máximo que establece la ley», actuando «en consonancia con lo que dicta la LOUA y los derechos que otorga esta ley a los solicitantes de las licencias». Además, insistió en que el Ayuntamiento «debe esperar a que se resuelva el proceso judicial».

Del esplendor del siglo XIX al abandono en el siglo XXI

Más allá de las leyendas de fantasmas alentadas por televisiones que buscan espectáculo, el Cortijo Jurado es uno de los palacetes que poblaron el entorno de Campanillas en el siglo XIX como símbolo de la pujante burguesía malagueña. Pasada su época de esplendor, este gran edificio se ha convertido además en todo un símbolo de Campanillas, de la que es toda una referencia visual situada a la entrada de este núcleo.


Su origen hay que buscarlo en uno de esos apellidos malagueños de claro origen extranjero, como son los Grund, que construyeron el edificio en la segunda mitad del siglo XIX en una colina para protegerse de las frecuentes crecidas del río Campanillas.


Como ocurre con muchas de los cortijos construidos en esa época, su arquitectura tiene una fuerte influencia británica. De hecho, es en el Cortijo Jurado donde más se encuentra, como señala la historiadora Josefina Molino, que ha realizado un interesante trabajo de recuperación de la historia de este edificio.


Molino subrayó que, junto al Cortijo de Colmenares, es «el más llamativo de la zona» por la calidad de su arquitectura. Como dato curioso, esta historiadora destaca un dicho popular de la zona sobre este cortijo, que dice que tiene tantas ventanas y huecos, incluidas alacenas, como días del año.


Este edificio tenía una doble función. Por una parte era una finca de uso recreativo para las familias burguesas de la época, como ocurrió con La Concepción o con la finca de San José. Eran usadas en verano, ya que en el siglo XIX era mucho más frondoso el entorno de Campanillas. Además, les servía como refugio a las epidemias que aparecían en la ciudad cada cierto tiempo. Sin embargo, también se cultivaba en las tierras cercanas, la mayor parte de viñedos para pasas.


El edificio pasó de manos en los años 20 a Miguel Serra, que fue alcalde pedáneo, y luego pasó a la familia Quesada. En los años 60 se mantenía en buen estado, con unos caseros a cargo del edificio. Sin embargo, en los 80 empezó a decaer su estado. Su abandono y las leyendas de fantasmas, que lo hicieron muy conocido y visitado en exceso en la última década, precipitaron su saqueo y creciente estado de abandono.

Un largo y polémico proceso hasta la paralización total

El Ayuntamiento de Málaga y el Grupo Mirador, propietario del edificio y suelos colindantes, firmaron un convenio el 27 de septiembre de 2002 por el que se preveía la construcción de un complejo hotelero a los pies del Cortijo Jurado, con la rehabilitación del edificio histórico y el aprovechamiento de la parcela, con más de 45.000 metros cuadrados, a los que se les concedió un techo hotelero de 19.000 metros cuadrados. Además, Mirador se comprometió a facilitar parte del cortijo para uso cultural y social de los vecinos. El 31 de enero de 2003 se aprobó definitivamente el plan especial que recalificaba este suelo no urbanizable en hotelero, mientras que el 21 de diciembre de 2004 la Urbanismo expidió la licencia de obra mayor. Aunque la inauguración del hotel estaba prevista para 2006, sufrió numerosos retrasos y se paralizó por mandato judicial.

MALAGA. Del esplendor del siglo XIX al abandono en el siglo XXI. (LAOPINION)

El Cortijo Jurado es uno de los grandes palacetes de la burguesía de mediados del siglo decimonónico.


M. FERRARY. MÁLAGA Más allá de las leyendas de fantasmas alentadas por televisiones que buscan espectáculo, el Cortijo Jurado es uno de los palacetes que poblaron el entorno de Campanillas en el siglo XIX como símbolo de la pujante burguesía malagueña. Pasada su época de esplendor, este gran edificio se ha convertido además en todo un símbolo de Campanillas, de la que es toda una referencia visual situada a la entrada de este núcleo.

Su origen hay que buscarlo en uno de esos apellidos malagueños de claro origen extranjero, como son los Grund, que construyeron el edificio en la segunda mitad del siglo XIX en una colina para protegerse de las frecuentes crecidas del río Campanillas.

Como ocurre con muchas de los cortijos construidos en esa época, su arquitectura tiene una fuerte influencia británica. De hecho, es en el Cortijo Jurado donde más se encuentra, como señala la historiadora Josefina Molino, que ha realizado un interesante trabajo de recuperación de la historia de este edificio.

Molino subrayó que, junto al Cortijo de Colmenares, es «el más llamativo de la zona» por la calidad de su arquitectura. Como dato curioso, esta historiadora destaca un dicho popular de la zona sobre este cortijo, que dice que tiene tantas ventanas y huecos, incluidas alacenas, como días del año.

Este edificio tenía una doble función. Por una parte era una finca de uso recreativo para las familias burguesas de la época, como ocurrió con La Concepción o con la finca de San José. Eran usadas en verano, ya que en el siglo XIX era mucho más frondoso el entorno de Campanillas. Además, les servía como refugio a las epidemias que aparecían en la ciudad cada cierto tiempo. Sin embargo, también se cultivaba en las tierras cercanas, la mayor parte de viñedos para pasas.

El edificio pasó de manos en los años 20 a Miguel Serra, que fue alcalde pedáneo, y luego pasó a la familia Quesada. En los años 60 se mantenía en buen estado, con unos caseros a cargo del edificio. Sin embargo, en los 80 empezó a decaer su estado. Su abandono y las leyendas de fantasmas, que lo hicieron muy conocido y visitado en exceso en la última década, precipitaron su saqueo y creciente estado de abandono.

MALAGA. Moneo y el hotel eterno. (MALAGAHOY)

La Junta y el Ayuntamiento desbloquean tras seis años de espera el proyecto de Promociones Braser en Hoyo de Esparteros

SEBASTIÁN SÁNCHEZ / MÁLAGA | ACTUALIZADO 27.09.2010 - 07:11
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Vista de la margen izquierda del Guadalmedina, donde se localizará el hotel diseñado por Rafael Moneo.

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Seis después, el proyecto de hotel diseñado por el reputado y prestigioso arquitecto Rafael Moneo, e impulsado por Promociones Braser, ve la luz. O, mejor dicho, abandona la senda de oscuridad, opacidad y bloqueo en el que había permanecido desde que, en 2004, la firma malagueña pusiese sobre la mesa esta iniciativa. Seis años después de trámites y cambios, de variaciones y dudas, esta intervención, en la que se calcula recaerá una inversión de unos 60 millones de euros, se ha convertido en una de las actuaciones privadas que más ha sufrido la confrontación institucional, hasta el punto de haberse situado con nombre propio en el escenario de las diferencias entre el Ayuntamiento de Málaga y la Junta de Andalucía.

Y, para algunos, en ejemplo de la mala práctica que en más de una ocasión realizan las administraciones públicas, más proclives al distanciamiento que al acercamiento. "Es increíble y desmesurado que un proyecto como éste, que tiene prestigio, pueda estar paralizado tantos años", comenta la gerente de la Asociación de Promotores y Constructores de Málaga, Violeta Aragón. Siempre crítica con las dificultades con las que los empresarios se topan cada vez que apuestan por actuar en el centro histórico, Aragón destaca el "daño" que letargos como el que ha padecido este proyecto puede causar a la ciudad, al generar una reacción de duda en aquellos inversores interesados en intervenir en esta zona de la urbe.

"Merma las iniciativas emprendedoras en una ciudad como ésta", apostilla. ¿Por qué? Porque "si alguien quiere invertir y ve que un proyecto de este tipo tarda seis años en resolverse puede pensárselo dos veces". Aunque el repertorio de intervenciones aparcados en el tiempo del centro no son pocos y si no que se lo pregunten a Salsa y el hotel en el Marqués de la Sonora o al Grupo Baensa y su proyecto residencial en la manzana de los antiguos cines Astoria y Victoria, ahora irremediablemente reservados para uso cultural por parte del Ayuntamiento.

La desesperanza de la que habla la representante de los promotores y constructores gana enteros cuando se asume que la solución finalmente adoptada por la Junta y el Ayuntamiento para dar encaje urbanístico al proyecto hotelero, que duplica en altura lo actualmente autorizado en el Plan Especial de Protección y Reforma Interior (Pepri) del centro en Hoyo de Esparteros (de cinco alturas se pasa a diez), "se podría haber alcanzado hace mucho tiempo". "La impresión es que esto ha sido fruto de una confrontación política; que si una parte piensa una cosa la otra, lo contrario", sentencia.

Una idea en la que se muestra conforme el que fuera director de la Oficina de Rehabilitación del Centro José María Gómez Aracil. "De esa envergadura no recuerdo un proyecto que haya tenido tanto tiempo de espera", apunta, y sentencia: "Es un asunto donde parece que ha habido más política que urbanismo porque la solución que se ha logrado ahora se podría haber alcanzado hace cuatro años".

Reflexión no muy alejada de la realidad de los hechos. Hasta en dos ocasiones los mismos técnicos que ahora avalan el proyecto, lo vetaron. Algunos llegaron a insinuar malestar en el seno de la Consejería de Cultura ante la decisión del equipo de gobierno del PP de tramitar la modificación de la norma urbanística del casco antiguo sin consultarlo antes con la Junta. Sea como fuere, desde Cultura se justificaron ambos rechazos en el impacto que causaba en la zona el volumen planteado, y ello a pesar de que justo al lado de la parcela sobre la que se dibuja el establecimiento se levanta un inmueble, construido antes de la aprobación del Pepri, de diez plantas.

Tras varios años de impás, fue hace unos meses cuando ambos organismos volvieron a acercar posturas en pos de allanar su camino. Quedaba claro que no podía acordarse una solución que sólo afectase al hotel de Moneo, lo que se interpretaría como un traje a medida para su desbloqueo. Por ello, la opción finalmente consensuada pasa por variar la norma del centro en toda la franja de la margen izquierda del río Guadalmedina entre la calle Especerías y la trasera del Centro de Arte Contemporáneo (CAC), donde podrán levantarse edificios de mayor altura respecto a lo ahora permitido.

Para el decano del Colegio de Arquitectos, Antonio Vargas, la senda tomada es la adecuada. "Tenemos que felicitarnos porque asuntos que llevan años bloqueados empiecen a encontrar una solución y que ésta sea razonable", expone. A su juicio, la altura en la zona del centro "puede aumentar de manera justificada y uno de los sitios en los que se plantea es en Hoyo de Esparteros". "Es muy razonable que la medida no se limite al edificio, ya sea de un arquitecto u otro, sino que se reflexione sobre todo ese borde del casco antiguo", añade.

Pero quien realmente se felicita por el desbloqueo es el responsable de Promociones Braser, José Luis López. "Nunca he dejado este proyecto, lo he apoyado a nivel personal incluso con inversión propia; nunca he perdido la confianza en su continuación, pero sí es verdad que en estos seis años he tenido que convencer a algunos de mis socios para seguir adelante", explica. López se muestra convencido de las bondades de su proyecto, que permitirá "regenerar una zona degradada" y dotarla de un equipamiento que creará un centenar de empleos cuando esté ejecutado, algo para lo que habrá habrá que esperar unos tres años.

"Nunca es tarde si la dicha es buena", dice el refrán. Aunque en su caso, la espera se cuenta en dinero, el que ha tenido que desembolsar en todos estos años a aquellos que han realizado proyectos, en la demolición de los inmuebles cuando estos resultaron afectados por un fuego, en el pago del Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI)... Un largo listado que suman, hasta la fecha, unos 12 millones de euros. "La caja va haciendo clac, clac. No entra nada pero sí que sale", añade. Su mayor recompensa, ahora, es ver cómo el hotel de Moneo toma cuerpo, no en piedra, pero sí en forma de realidad. Eso sí, seis años después.

MALAGA. Un arquitecto de prestigio para Málaga. (MALAGAHOY)

Son varios los fracasos tras el interés mostrado por grandes firmas en la ciudad

S. SÁNCHEZ / MÁLAGA | ACTUALIZADO 27.09.2010 - 01:00
No es la primera vez que el nombre de un arquitecto de prestigio está vinculado a Málaga, pero sí parece que será la primera en que su obra se hará realidad. La firma de Rafael Moneo es la misma que se apuntó iba a dar forma a la ampliación del Centro de Arte Contemporáneo (CAC), intervención municipal que, sin embargo, se mantiene en suspenso por la falta de dinero para costearla. Será pues en Hoyo de Esparteros, si todo sale conforme a lo previsto, donde por vez primera los malagueños podrán contemplar una construcción del Premio Pritzker (Nobel de Arquitectura) del año 1996, noticia que ha sido recogida con satisfacción en la ciudad.

Una buena noticia para una urbe a la que fue invitado Frank Ghery por el alcalde, Francisco de la Torre, para que diseñase alguna actuación de prestigio en el Puerto. Pero con la misma sorpresa con que apareció se marchó ante el malestar del presidente de la Autoridad Portuaria, Enrique Linde, que ignoraba los planteamientos del gestor municipal. Más recientemente, el Instituto Municipal de la Vivienda (IMV) logró que el también Pritzker de 2005, Thom Mayne, asumiese el diseño de una de las edificaciones de la promoción de VPO en la zona de Universidad, aunque el acuerdo acabó por romperse por la disconformidad del organismo municipal con la propuesta. Otro nombre situado sobre Málaga es el de la arquitecta catalana Carme Pinos, a la que el Ministerio de Fomento adjudicó el proyecto del Museo del Transporte en el campamento Benítez, iniciativa aparcada ante la falta de inversión.